TIERRA DE HISTORIA Y SABORES

El hoy de Colonia Caroya es la síntesis de una sucesión de hechos cuyo protagonista ha sido el hombre y su sustento principal el ambiente circundante al cual transformó según sus intereses y posibilidades. Este proceso que aún hoy sigue sucediendo, es a lo que podemos llamar el desarrollo de un territorio, cuya consecuencia directa la podemos observar en su paisaje social y cultural.
En cada rincón de esta ciudad con alma de pueblo, hay una frase que suena desde los orígenes: encuentro de culturas. Antigua tierra de originarios, morada de conquistadores españoles, padres jesuitas, esclavos negros, criollos e inmigrantes italianos, cada uno de esos legados se ha fusionado dando lugar a un territorio con personalidad fuerte, ecléctica y única.
Colonia Caroya, se encuentra ubicada a 50km al norte de la Ciudad Capital de la Provincia, limitando con la ciudad cabecera del Departamento Colón, Jesús María, su principal acceso es la Ruta Nacional Nº9, que tiempo atrás fuera denominada
“Panamericana” o “Juan Bautista Alberdi”. Habitada en la actualidad por más de 25000 personas, tiene sus bases en lo que fuera el trazado del Antiguo Camino Real al Alto Perú, siendo esto razón primordial por la cual esta zona ha sido testigo de los hechos históricos que se fueron dando lugar en diferentes épocas y desembocaron en la conformación política, social y organizativa, tanto del estado Nacional, Provincial como así también el local.
La corta distancia con la capital provincial fue motivo, en los comienzos de la conquista hispana, de que estas tierras fueran continuamente solicitadas en merced por conquistadores y primeros pobladores españoles.
Colonia Caroya se asienta sobre parte de las tierras denominadas originariamente Caroya o Caroyapa, las que aparentemente pertenecieron en un comienzo a los sanavirones y luego fueron adquiridas por la Compañía de Jesús. Se estima que hacia 1616 comenzó a construirse la Estancia, primer núcleo productivo del sistema organizado por los jesuitas en la Provincia de Córdoba, hoy parte del legado jesuita declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad, por UNESCO. Posteriormente, fue colonia de inmigrantes friulanos y vénetos, llegados el 15 de marzo de 1878, luego que se dictara la Ley N°774 “ Ley de Inmigración” durante el Gobierno de Nicolás Avellaneda, fueron 60 familias las primeras, vivieron en la Estancia de Caroya hasta que pudieron tomar posesión de sus tierras, que era monte virgen, sin agua, completamente aislado de los centros poblados y sin la posibilidad de contar con los servicios mínimos.


Hoy, Colonia Caroya es una ciudad ideal para aquellos visitantes que quieran descansar, tomar contacto con las tradiciones heredadas de los primeros inmigrantes y disfrutar de la excelente gastronomía. Su sello distintivo es la producción de chacinados elaborados artesanalmente, quesos y vinos de excelente calidad, reconocidos a nivel nacional e internacional. La Avenida San Martín, antiguamente denominada la Calle Ancha, es la arteria principal sobre la cual se fue organizando la ciudad. Sus altos y añejos plátanos carolinos, que se encuentran ubicados a ambos costados de la avenida -a lo largo de casi 13 km-, forman un túnel natural que va cambiando su matiz de colores, según la estación del año.