El nacimiento de la estancia
En 1616, el padre Diego de Torres, rector del colegio de la Compañía de Jesús, compró las tierras de Caroya, que para entonces comprendían 180 mil hectáreas y pertenecían al Capitán Bartolomé Jaime, quien acompañó a Jerónimo Luis de Cabrera en su campaña fundacional.
Casi 50 años después, el terreno fue adquirido por el Presbítero Ignacio Duarte y Quirós, fundador del Real Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat, quien lo transformó en una tierra con producción de maíz y trigo. Todas las ganancias fueron donadas al establecimiento educativo para ayudar a mantener el colegio y como residencia de vacaciones de los internados.
A partir de la Revolución de Mayo de 1810, la Estancia de Caroya se encontró ligada a las vicisitudes ocasionadas por el contexto de guerra permanente contra la corona española, que resistió principalmente en el Alto Perú. Su ubicación a la vera del Camino Real al Norte la convirtió en un sitio estratégico y lugar de abastecimiento de las milicias patriotas. La casona de las Sierras Chicas fue testigo permanente del paso de las tropas que luchaban por la independencia.
Entre 1814 y 1816, por su ubicación y características edilicias, la Estancia de Caroya fue elegida por las Provincias Unidas del Río de la Plata para la instalación de la primera fábrica de armas blancas, cuyo objetivo era el abastecimiento a los ejércitos patriotas.
Unos años después la estancia pasó a manos del gobierno nacional y en 1876, en plena política de promoción a la inmigración europea, el presidente Nicolás Avellaneda dispuso que fuera el lugar de alojamiento de los inmigrantes provenientes de la región de Friuli, en Italia. Esos mismos colonos organizarían luego el poblado en cercanías del casco de la estancia.
Patrimonio de la Humanidad
Monumento Histórico Nacional y Provincial por su enorme valor histórico y arquitectónico, la estancia conserva su estructura colonial y arquitectura residencial. En su interior, está compuesta por un patio central en claustro y la Capilla. Además, cuenta con un perchel, el tajamar, restos del molino y de las acequias, y una quinta.
Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, junto a las otras estancias en la provincia, en ella se puede realizar una visita guiada por el actual Museo Histórico y de los Inmigrantes, entre antiguos objetos y muebles. Además, incluye recorridos por el predio, en los que el visitante podrá enterarse de los sistemas productivos y técnicos empleados por los jesuitas.
El Camino de las Estancias Jesuíticas es un itinerario turístico cultural que permite descubrir y conocer los valores patrimoniales y la importancia mundial de estos lugares históricos, asociados con paisajes, tradiciones y costumbres que marcan la identidad de Córdoba.